A veces me han dicho que en clases hablo o comento datos freack. Datos raros, o historias que parecen inventadas. Como eso no esta en discusión en este blog, me remito a contarles la historia del Rey Danés.
A propósito de los aires de trabajo que últimamente les ha brotado a los diputados y senadores de “nuestro” congreso, con una actitud ausente de humildad, sinceridad y llena de protagonismo y autoreferencia han dicho que si aprueban un 17 de Septiembre feriado para este 2007, lo harían si y sólo si, todos los chilenos trabajaran por lo menos una hora más por 8 dias (en circunstancias que el congreso abrirá su cámaras de diputados y senadores para que éstos asistan solo 4 dias!!). A todos ellos, que necesitan clases de sencillez, nobleza, y unas camionadas de honor, y a quienes piensan que ya no existe gente así, ahí les va este cuento
Un ejemplo de humildad, sencillez y grandeza, nos la entrega este Rey Danés. En Dinamarca existe una República, pero además, un sistema de monarquía, que en realidad no tiene ingerencia en las decisiones del país. El Rey Danés es una persona común y corriente. Proviene de la familia real danesa por historia, tiene un título universitario, vive bien, tranquilo, pero paga sus impuestos como cualquier ciudadano (impuestos carísimos, pero con derecho a salud y educación gratuita). Debe trabajar para alimentarse él y a su familia, aunque su esposa también lo hace. Tiene tres hijos, todos en colegios públicos. Trabaja en una oficina de compra y venta de maquinaria para la construcción. Y es el rey. Además, está sometido a las leyes como todo ciudadano danés y europeo. Debe respetarlas e incluso promoverlas. No tiene derechos especiales, por lo que debe pagar sus multas como todo ciudadano, pagar sus cuentas de la luz, agua y gas, respetar la restricción vehicular y usar preferentemente la bicicleta. Y es el rey. Como es el rey, es un personaje conocido, por lo que debe saludar a todos. Tanto así, que cada vez que va a su trabajo, debe salir de su hogar con una hora de anticipación a lo normal, pues cada vez que se encuentre en el camino con alguien, sea quien sea, debe bajar de su bicicleta, y saludar afectuosamente a quien tenga enfrente. Debe dar la mano, sonreír y decir algo como: “Hola, que gusto de verle hoy….ojala su día sea provechoso. Lo siento, pero ahora debo retirarme, pero puede escribirme a “………….” si tiene algún comentario que hacerme. Yo personalmente, responderé lo antes posible su misiva, de lo contrario puede ir a visitarme… hasta luego!!!”.Podría parecer una tarea tediosa, pero el rey lo hace sin ofuscarse jamás y siempre sonriendo. Y es el rey. Incluso, una historia habla de una demanda que se le hizo, por ser “molestosamente amable”, demanda que por supuesto debió enfrentar ante la justicia como cualquier persona normal. Sin privilegios ni tratos especiales. Debió ser representado en la corte por un abogado, quien finalmente ganó el caso y lo libró de una pena de pago monetario importante. En Dinamarca muchos conocen al rey, cualquiera puede hablar con él, no necesita pedir cita ni protestar frente a su casa, pues puede ir a visitarlo cuando lo guste. Vive en un sector residencial de clase media. No fuma, bebe poco y realiza actos de beneficencia en ONGs. Debe estar presente en actividades de gobierno y eventos internacionales, aunque él mismo debe costear su traslado y el de la reina. Hizo el servicio militar durante dos años y estuvo a punto de ser enviado al congo en misiones de paz. Y es el rey. Su número telefónico figura en la guía telefónica nacional, tiene tarjetas de crédito, celular con plan de pago y un auto sedan 4 puertas.
Como ven, parece ser que la grandeza o la honorabilidad de algunos, esta definida por un contexto bastante distinto en países diferentes. A veces la sencillez y la nobleza, bastan para ser rey… el poder y la hipocresía bastarían para ser simplemente un idiota.
Javier Alvarado González
( http://irohindle.blogspot.com)
Foto gracias a condedraki.webcindario.com/miniaturas.htm